lunes, 7 de abril de 2008

¿Yo?

Marcelo se levanto de la cama. Se sentía diferente ese día, aunque no sabia por que.
Su novia dormía a su lado, él la observo un momento y sonrió. Estaba por inclinarse para besarla cuando sintió que algo le mojaba la mano izquierda. Automáticamente se volteo para acariciar a su perro, Milo, que se lamía los dedos moviendo la cola.
-¿Qué te ocurre Milo? Pareces más amistoso que de costumbre.
Al escuchar su nombre, Milo comenzó a ladrar y a dar vueltas, estaba inusualmente feliz.
-Hazlo callar por favor.- Dijo su novia, Susana, a quien los ladridos habían despertado.
-No creo que me haga caso Susana, nunca lo hace. ¡Basta Milo!- Dijo Marcelo.
Inmediatamente el perro dejo de ladrar y con la cola aún moviéndose se limito a observar a su dueño.
-Que extraño.- Se dijo Marcelo.
Camino hacia la ventana y la abrió de par en par. Los rayos de sol inundaron la habitación. Era un hermoso día. A continuación entro al baño y comenzó a lavarse los dientes. Esa sensación tan extraña de la mañana aún lo acompañaba. No tenía idea de que podía ser, pero estaba seguro que había algo diferente. Salio del baño y se vistió para ir al trabajo, mientras Susana hacia el desayuno. Luego ambos se sentaron en la mesa mientras tomaban café.
-¿Tengo algo diferente hoy?- Pregunto Marcelo.
-¿Cómo que?
-No lo se, algo, cualquier cosa.
-Bueno.- Dijo Susana pensativamente.- Podrías afeitarte un poco, un corte de pelo no te vendría mal, y por una vez en tu vida te podrías abrochar el botón de la camisa. Pero todo eso es normal.
Marcelo rió junto con ella y la beso a modo de despedida. Luego se levanto de la silla, se acerco a la puerta y coloco la llave en la cerradura. Pero antes de girarla, dijo:
-Es que así soy yo.
Por alguna razón las palabras le sonaron tan extrañas que volteo para ver la reacción de Susana. Pero para su sorpresa, ella lo miró con ternura.
-Y yo no te podría amar de otra forma.
Marcelo le devolvió la sonrisa y salió del departamento.
Al llegar al ascensor se encontró con una pareja de ancianos, sus vecinos.
-Buenos días hijo.- Lo saludo el señor.
-Buenos días señor y señora Gutiérrez.- Les devolvió el saludo.
-¡Por favor hijo!, ya te eh dicho miles de veces que me llames Ricardo.- Rió el anciano.
-¿Ricardo?- Pregunto Marcelo.- Por alguna razón estaba seguro que su nombre era José.
El anciano rió nuevamente.
-Eres muy gracioso hijo.
La pareja entro en el ascensor a las carcajadas. Pero él se quedo confundido en la puerta. Era muy extraño, podría haber jurado que aquel anciano se llamaba José.
-¿Vienes hijo?- Pregunto el señor.
-Si, si, lo siento.
Decidió que se había confundido, probablemente estaba equivocado, su nombre debía de ser Ricardo.
Para cuando llegaron a la planta baja su confusión había desaparecido. Les abrió la puerta a sus vecinos y salio tras ellos. Cuando llego a la entrada del edificio el portero se levanto y les abrió la puerta a los ancianos.
-Buenos días señor y señora Gutiérrez.
-Buenos días hijo.
Marcelo salió tras ellos y saludo al portero.
-Buenos días Carlos.- Saludo.
-¿Carlos? Mi nombre es Miguel.- Dijo extrañado el portero.
Marcelo y los ancianos se detuvieron. “¿Miguel?” Pensó Marcelo confundido. Cada fibra de su cuerpo le decía que su nombre era Carlos, ¿como era posible que se hubiese equivocado de nuevo?
-Parece que nuestro amigo tiene un ligero problema para recordar nombres.- Dijo el señor Gutiérrez mientras soltaba otra carcajada.
El portero rió también y se despidió. Los tres se fueron dejando a Marcelo totalmente confundido en la puerta. Decidió que tal ves se había equivocado de nuevo, probablemente el señor Gutiérrez tenía razón, era un problema de memoria, ya lo consultaría con su medico.
Camino hasta la playa donde solía dejar el auto y entró, aun pensativo.
El cuidador lo saludo.
-Buenos días.
-Buenos días señor…- Lo pensó dos veces antes de decir el nombre.
El cuidador le sonrió divertido.
-Pérez, Genaro Pérez.
-Buenos días Genaro.
Se sentía mareado, estaba seguro que el cuidador se llamaba Arturo, no Genaro. ¿Qué diablos estaba sucediendo?
Quince minutos después llegó al trabajo. Estaciono el auto en la vereda de enfrente, pagaría mucho más, pero no tenía ganas de ver a cuidador de la playa del edificio donde trabajaba, estaba seguro que se equivocaría nuevamente, y en lugar de llamarse Jeremías, como estaba seguro que así era, se llamaría Jorge, o Juan, o Augusto…
Entro al edificio bastante alterado, tanto que olvido pasar por recepción para avisar que había llegado, y no se dio cuenta hasta que estuvo a cinco pisos en el ascensor, por lo que tuvo que bajar de nuevo, entre una cosa y otra termino llegando casi diez minutos tarde al trabajo.
Entro rápidamente a su oficina. Al verlo, su secretaria se levanto y comenzó a lanzarle una lista de nombres y números telefónicos de gente que lo había llamado en esos diez minutos en los que debería haber estado trabajando.
-…además Mauricio y Tobías dicen que todavía están esperando el informe sobre…
-Un momento por favor, un momento Mónica. ¿Podrías comenzar de nuevo?- La interrumpió Marcelo.
Estaba totalmente perdido. Todos y cada uno de los nombres que su secretaría le había dicho estaban cambiados, o no tenía idea a quien le pertenecían.
-¿Mónica? Mi nombre es Laura. Podría al menos tener la decencia de recordar el nombre de su propia secretaria, ¿no cree?
La chica salió con lágrimas en los ojos tirando todos los papeles al piso y dando un portazo. Marcelo se sentó en la su silla y coloco la cabeza en el escritorio. Aquello era demasiado, no comprendía que diablos estaba pasando, pero estaba comenzando a pensar que se estaba volviendo loco. ¿Cómo era posible que aquello estuviese sucediendo?
Un momento después entró una mujer a la oficina. Era su socia.
-¿Te encuentras bien?
-No, dime tu nombre.- Dijo Marcelo.
-¿No recuerdas mi nombre?- Dijo ella divertida.- Soy Mariana.
Una luz cruzó la cabeza de Marcelo. Ese era el nombre que el recordaba, Mariana.
-No sabes el alivio que me acabas de dar Mariana.
-¿Qué sucede?
-Eh estado confundiendo nombres todo el día. Hace solo un momento Mónica, digo… Laura me estaba leyendo la lista de nombres de gente que me había llamado por llegar tarde y no reconocí a nadie.
Mariana lo miró preocupada.
-Tal vez sea el estrés. Deberías irte a tu casa por hoy, yo puedo encargarme.
-¿Estas segura?- Pregunto Marcelo aliviado.
Era todo lo que deseaba, irse a dormir.
-Si, no te preocupes Diego.
Marcelo se quedo helado en su silla.
-¿Cómo me llamaste?
-Por tu nombre, Diego.- Contesto Mariana.
Marcelo se levanto como autómata y salio de la oficina bajo la atónita mirada de Mariana.
-¿Te encuentras bien?- Pregunto ella.
Sin contestar él se acerco al escritorio de su secretaria.
-Laura, lo siento mucho, no quise confundirme de esa manera.
-Esta bien señor.- Dijo ella.
-¿Te puedo preguntar una cosa?
-Claro.
-¿Cómo es mi nombre?
-Emmanuel.
Marcelo sintió como si un balde repleto de ladrillos le hubiese golpeado la cabeza. Corrió a la oficina de en junto y entro tropezándose con un tacho de basura. Su amigo, Ulises, corrió para ayudarlo.
-¿Te encuentras bien? Menuda caída te diste hermano.
-Si, gracias Ulises.
-¿Ulises? Mi nombre es Franco.
Marcelo decidió obviar el comentario.
-¿Cómo es mi nombre?
-¿Por qué preguntas? ¿Te golpeaste tan fuerte la cabeza? Tu nombre es Roberto, por supuesto.
Marcelo comenzó a reír como maniaco. Se incorporo y grito.
-¡Ya lo entiendo! Esto es una broma, claro, eso es. Una broma.
Salió de la oficina gritando que todo era una broma, que ya había entendido. Mientras Ulises, o Franco, y Mariana, y Mónica, o Laura y todos sus compañeros lo observaban atónitos.
-¡Es una broma! ¡Ya lo eh comprendido! ¡No es necesario que sigan con esto!
Se acerco al más cercano.
-¿Cómo me llamo?
-Pablo.
Se acerco al de al lado.
-Juan.
Leonardo, Gustavo, Ignacio, Luís… Los nombres le daban vueltas en la cabeza, todo le daba vueltas en la cabeza. De repente todo se volvió negro, y Marcelo cayó al suelo.

-Despierta amor.
Marcelo abrió los ojos. Susana estaba a su lado. Se encontraba acostado en su cama, en su departamento.
-¿Todo fue un sueño?
-No, mira lo que llevas puesto.
Era cierto, estaba vestido con la ropa de trabajo, y aún se encontraba cubierto de papeles por su choque con el tacho de basura.
-No creerías lo que me sucedió.- Dijo Marcelo.
-Yo se lo que te sucedió amor.
Él la miró extrañado.
-Te encontraste a ti mismo.
-¿Qué?
Susana le sonrió con ternura.
-Todos tenemos una personalidad, un yo único. Cuando nacemos, y nos ponen un nombre, ese es quien somos. Sin embargo, a lo largo de nuestra vida, las diferentes personas que conocemos, y las diferentes vivencias por las que pasamos, nos cambian. A veces, hasta tal punto que olvidamos quienes somos, y solo vemos a quien queremos ser. Todas las personas con las que hablaste hoy solo se ven a si mismo como quieren ser, como se querrían llamar, se encuentran perdidos. Ellos, no saben quienes son, y están atrapados por sus propias frustraciones, por sus propios deseos. En cambio, tú, que no podrías ser más feliz, no quieres ser nadie más que tú mismo. ¿Lo comprendes?
-Creo que si. ¡Pero con Mariana era diferente! ¡Yo recordé su nombre!
-Eso es por que ella no desea ser nadie más. Pero si no me equivoco ella no te reconoció como Marcelo, ¿no es así?
-Es cierto.
-Eso es por que ella no debe ser feliz, a pesar de todo. Además de vernos como queremos ser, tendemos a ver a los otros como queremos, o creemos que son, por eso ella no sabía tu nombre, por que ella no sabe realmente quien eres. Pero tú si sabes quien es ella.
Marcelo no dudaba una palabra de lo que decía Susana. Estaba completamente seguro que estaba en lo correcto. Pero había algo que no comprendía.
-¿Cómo sabes todo esto?- Le preguntó.
-Por que yo también soy tan feliz como tú. Y yo se lo que es ver a las personas como realmente son. Desde hace unas semanas.
Marcelo sintió que sabía la verdad, de alguna manera, sabia que es lo que lo había despertado, que era la única cosa que podía hacerlo tan feliz como para no querer ser nadie más, aquello que haría completa su vida.
-¿Cómo quieres que se llame?- Le pregunto a Susana.
Ella le sonrió.

12 comentarios:

ale dijo...

q susceptible la secretaria eh! jaja

muy bueno che

nos vemos julian

ah no entendia nada jajaja

Anónimo dijo...

muy bueno.. sin palabras.. te felicito ;D

Anónimo dijo...

deberías actualizar tu blog.. tenes talento..

Anónimo dijo...

ufff

Anónimo dijo...

bue.. a mi me gusta..suerte!!

Anónimo dijo...

.....................................

Anónimo dijo...

+ ............

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

jajaja... resultado = a 0

Anónimo dijo...

Al otro anonimo:
Externamente somos la misma persona (con desordenes mentales probablemente). Deberiamos empezar a usar nombres.

GeoRomina dijo...

Muy bueno....
Me encanto... Pero como ya te dije quiero saber que te inspiro a escribir eso....
Te felicito...

GeoRomina

Anónimo dijo...

al otro anonimo... mi nombre es.. Srta. anonima... un gusto..